¿Sabías el cuerpo humano es el hogar de billones de microorganismos? Se trata de fragmentos de vida diminutos, visibles sólo bajo el microscopio y reconocibles habitualmente bajo el nombre de bacterias, hongos o virus. Estos componentes son parte esencial del cuerpo humano, de igual forma que lo son las células, los tejidos o los órganos y, de hecho, son indispensables para el bienestar metabólico. Habitan en diversas áreas, como la boca, la piel, las mucosas y el intestino, compartiendo material genético entre sí y con el organismo, contribuyendo así significativamente a mantener la salud estable o, en ocasiones, incluso a desequilibrarla.
Estos microorganismos, también llamados microbios, forman comunidades sumamente dinámicas y varían constantemente debido a distintos factores externos y metabólicos. Por ejemplo, su densidad y actividad pueden cambiar si un individuo se ejercita regularmente, si mantiene una dieta saludable, si atraviesa situaciones estresantes o, incluso, si el clima de la región donde habita sufre modificaciones. No obstante, para mantener esta dinámica, los microogarnismos necesitan ser conscientes del entorno que los envuelve, por lo que deben interactuar constantemente con él. Es aquí donde surge el término «microbioma», que consigue englobar en un solo concepto a los propios microbios, a su material genético y a las conexiones que establecen con su ambiente.
Desde el nacimiento, el organismo humano va recopilando los microbios que serán parte de su microbioma durante su crecimiento. El primer encuentro con esta comunidad ocurre en el parto y, dependiendo de cómo suceda este proceso, se marcará el inicio del microbioma: si un bebé nace por cesárea, su microbioma intestinal se parecerá mucho al de la piel de la madre, mientras que, si el nacimiento se produce de manera natural, estará más relacionado con el microbioma vaginal. A medida que el individuo crece, su microbioma va evolucionando progresivamente: al principio es poco diverso y muy sensible a los cambios, pero a medida que el cuerpo madura, el microbioma se vuelve más estable y menos susceptible a alteraciones.
Y, aunque puedan parecer datos insignificantes y anodinos, el microbioma que reside en nuestro cuerpo es realmente esencial: posee casi 100 veces más material genético que nuestro propio genoma humano. No solo eso, el microbioma se posiciona también como una base fundamental para el correcto funcionamiento de los órganos y, en ocasiones, para el desarrollo y tratamiento de ciertas enfermedades. Por ejemplo, la densidad del microbioma puede influir en cómo el organismo reacciona a ciertos medicamentos.
En este contexto se ubica el proyecto DATAMICROCCR, liderado por investigadores del Centro de Investigación de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (CITIC), de la Universidad de A Coruña, y del Instituto de Investigación Biomédica de Coruña (INIBIC), gestionado por la Fundación Profesor Novoa Santos, como parte del Plan Complementario de Biotecnología Aplicada a la Salud en Galicia. Este proyecto busca entender cómo la densidad del microbioma puede influir en la respuesta que ofrece el cuerpo ante determinados tratamientos, centrándose específicamente en la relación entre el microbioma humano y los tratamientos para el cáncer colorrectal.
Estudios como el propuesto por este Proyecto Colaborativo del PCBAS Galicia marcan el inicio de una nueva era en la medicina, donde la innovación y la tecnología juegan roles fundamentales. Estas investigaciones sientan las bases para la aplicación de tratamientos personalizados, terapias específicas adaptadas a cada paciente según la actividad de su microbioma. En resumen, representan una verdadera revolución en el panorama sanitario.